Los expertos no lo niegan, se sabe que, a partir de la semana 26, el feto escucha perfectamente ruidos de 65 decibelios, que es más o menos la intensidad de una conversación. Una de las pruebas más curiosas que se ha realizado para comprobar que el niño intrauterino escucha las voces de sus progenitores consistió en poner a un grupo de hombres y mujeres en torno a un recién nacido. Todos ellos hablaron alternativamente y, cada vez que intervinieron los padres el bebé se mostraba muy atento y daba muestras de buscarlos con la mirada.

El bebé intrauterino recibe estímulos del exterior ante los que está comprobado es capaz de reaccionar. Asombroso, ¿verdad? Lo curioso es que el niño no sólo distingue los sonidos, sino que además es capaz de recordarlos bastante tiempo después de haber abandonado el útero materno.

"Si una mujer lee un cuento dos veces al día hacia el final de su embarazo, el niño, una vez que ha nacido, lo prefiere a otros y, cuando sepa hablar, podrá contarlo reproduciendo incluso la misma información que le daba su madre" indica el ginecólogo y obstetra Claudio Becerro
de Bengoa.

Si el sentido del oído está desarrollado, la vista y el gusto y el tacto no le van a la zaga. Mediante los ultrasonidos se ha visto que, cuando se pone una luz intensa en el vientre de la madre, el feto se restriega los ojos (igual que lo haría el niño) y de la vuelta. Cuando se inyectan sustancias dulces en el líquido amniótico, él las chupa. Pero, si se pone un líquido de sabor amargo, hace ademán de escupirlo.

Los estados de ánimo de la madre
La ecografía también ha permitido contemplar la enternecedora imagen del futuro bebé aproximándose a las paredes del útero cuando su madre se acaricia en el vientre. Es posible incluso, que la criatura intrauterina se coloque como es debido, es decir, de cabeza, sin hacer otras maniobras que unos suaves y delicados masajes con las manos de un adulto.

¿Podría también esta aventajada criatura captar los estados de ánimo de la madre?
"Mientras que la ansiedad no parece influir en el feto, se sabe que el estrés sí le afecta", asegura el doctor Becerro de Bengoa.

Una posible explicación es que, cuando una persona está sometida a una tensión de este tipo, el organismo reacciona liberando catecolaminas y hormonas como la cortisona o la adrenalina, sustancias que llegan hasta el feto.

Te quiero hijo
Los hijos de mujeres que han sufrido una emoción fuerte durante el embarazo tienen un desarrollo motor más rápido y mayor tendencia para el vómito, las diarreas y otros trastornos digestivos. Muchos obstetras recomiendan a los padres en ciernes que se comunique con sus hijos.

Las formas de hablar a ese invisible bebé pueden ser tan variadas como se quiera. Muchas parejas tienden a dirigirse a sus hijos espontáneamente. por ejemplo: poner la meno en el vientre, darle un beso y decirle cosas como que tiene muchos deseos de verlo. Los beneficios que reportan estas prácticas son importantísimas, los fetos a los que se les expresa el afecto están más sanos, tienen más peso, más defensas y, cuando nacen, son más alegres.

Atmósfera tranquila
Al feto se le expresa amor procurándole una atmósfera tranquila, tratando de proteger su salud con alimentación sana sin fumar, asistiendo a las clases de preparación al parto. También abrazándose el abdomen, hablándole... Todo lo que suponga una actitud positiva hacia ese futuro niño, es bueno.