Ni
el lumbago ni la ciática conocen de clase social
ni sexo y atacan por igual al 80% de las personas por
lo menos una vez en sus vidas con tendencia a aumentar
su prevalencia con el paso de la edad.
Cómo se diagnostica
Identificar su causa exacta puede ser una labor difícil
para el médico, sobre todo cuando el paciente
está en estado de angustia y tensión por
el temor de una incapacidad de por vida que no le permita
volver a sus actividades cotidianas. Por ello, el profesional
de la salud tiene la tarea
de establecer empatía con el paciente para que
se sienta mejor y así poder determinar el origen
del dolor, basando su diagnóstico en una cuidadosa
historia clínica y en el examen físico.
Inicialmente, el paciente puede ser tratado con medicamentos
para aliviar los dolores y cuando él se sienta
dispuesto y preparado, se pueden iniciar los análisis
y exámenes de rutina, que de acuerdo con cada
caso, pueden incluir pruebas de imagenología.
Tratamiento a seguir
El médico examina al paciente teniendo
en cuenta aspectos que rodean su vida cotidiana, como
el ambiente familiar, laboral y social, pues muchas
veces el dolor persiste porque uno de estos escenarios
está alterado y es el que hace prosperar la enfermedad.
El tratamiento debe dirigirse a la causa específica
del dolor; las posibilidades terapéuticas incluyen
antiinflamatorios, analgésicos, relajantes musculares
y ejercicios de rehabilitación.
El reposo no es indicado para este tipo de dolor.
Por otro lado, la cirugía sólo está
indicada en un pequeño porcentaje de pacientes,
especialmente para aquellas situaciones en que fallan
los procedimientos conservadores.