Miremos este caso: Un profesional, comerciante o pequeño industrial independiente cuando está llegando a su edad de retiro sufre un accidente, vascular o traumático; necesita y se le da atención de buena calidad, cuyo costo bien pronto sobrepasa los límites de la seguridad social que tuvo capacidad de comprar; la familia se ve abocada a "rematar o "feriar" parte del patrimonio y, después de unas cuantas semanas en "cuidados intensivos", el paciente es devuelto parapléjico, mudo o reducido a una cama o a una silla de ruedas; la familia debe "responder" por el paciente; pero…¿cuál familia? Esta está reducida a una esposa que debe trabajar para subsistir o también es una anciana. Se inicia entonces una larga etapa de deterioro moral para el núcleo familiar. ¿Cómo actuar? Para poder enfrentar una situación como la anterior lo primero es ser consecuente con lo que nos puede pasar al no prever nuestros acontecimientos futuros. Aquí la palabra clave es: la prevención. Quien no cosecha no recogerá sus frutos y cada cual decide que es lo mejor para su vida. La vida nos plantea constantemente interrogantes que creemos imposibles de resolver (no es conveniente que excedamos de la palabra imposible, los sicólogos hablan de estos términos como condicionantes negativos de la personalidad), pero a la vez es tan sabia que nos dice las respuestas. No las muestra de manera tan evidente pero siempre están ahí, dispersas, sólo toca agruparlas, estructurarlas y resolver las dudas de la manera más sensata posible.
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